miércoles, 11 de mayo de 2011

PASA LA VIDA, CAPITULO 9

                     
Pero, cuando aterrizó, su prioridad era ver a la que aún estaba ingresada. Así que dio el nombre de la clínica al taxista.
Se presentó en recepción.
-Soy Alfonso Vega. Mis hijas están aquí.
-Un momento, sí. Una de las chicas está en la sala de espera, la otra en la planta tercera, habitación trescientos cinco.
Se dirigió a la sala de espera.
-¡Raquel!
Su sorpresa fue mayúscula, la que esperaba, era Lucía.
-¡Papá!
Se abrazó a él, llorando.
-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?
-Pinché a Raquel, quería pasearme y aproveché que estaba enfadada para salirme con la mía. Fue culpa mía, ella no lo habría cogido si no la animo a hacerlo. Ella no quería.
-Es mayor que tú. Es su responsabilidad.
-No. Escúchame. Si tienes que culpar a alguien, cúlpame a mí. Si la castigas, papá, me tienes que castigar a mí también. No la protejo, asumo mi culpa.
-Vamos a casa. Te llevas la maleta y me esperas allí.
Salió con ella, la hizo subir a un taxi, sin escuchar lo que decía. Subió él a otro y fue a comisaría.
Estuvo hablando con el comisario.
-Comprenderá que la situación es crítica para sus hijas. ¿Les dio usted permiso para usar su vehículo?
-No. Se lo prohibí expresamente.
-¿Va a denunciar el robo? Estaba dentro de su garaje.
-No voy a denunciar a mi hija. Dígame cuanto es la multa…
-Al conducir sin permiso y alta velocidad, pudo poner en peligro la vida de varias personas. Le aconsejo que hable con su abogado.
-Será internada en un centro. Hasta que se reforme. ¿Lucía tiene cargos?
-Iba de copiloto. Es menor que Raquel. Lo de la pequeña si puede saldarse con una multa.

***

Alfonso miraba el coche.
Parecía a punto de sufrir un ataque. Su mirada estaba desencajada.
Lo siguió con la vista cuando la grúa lo sacaba de allí.
En un taxi, llegó al concesionario. Allí estuvo hablando, llegando a un acuerdo con el ingeniero.
Pasó la tarde de un lado a otro, hablando con su abogado y con el juez.
Por suerte, pudo solucionar el problema a su manera.
Parecía satisfecho, aunque su aspecto, seguía siendo sombrío.
Cuando llegó a su casa, se dirigió directamente a Celia.
-Prepare el equipaje de Raquel. Todo lo que quepa en dos maletas, antes de mañana a las doce. Estaré en mi despacho, no quiero ser molestado por nada ni por nadie. Dígale a Lucía que no se mueva de su habitación, está castigada por algún tiempo.
-¿Cómo está Raquel? ¿Ha ido a verla?
-Eso es todo, Celia.
Con un portazo, se encerró en su despacho. Allí se pegó al teléfono y estuvo toda la noche sin dar señales de vida.


1 comentario:

  1. ¿No fue a ver a su hija? esto cada vez está más interesante!! necesito que publiques pronto!! un saludo

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