martes, 12 de abril de 2011

PASA LA VIDA. CAPITULO 5

                                                                                                                                                                              El sábado por la tarde, bajó a la sala, la llamaba Fernando.
No sabía que su padre estaba allí.
-¿Si?... hola, Fernando… sí, lo sé. Pero no puedo salir, estoy cas… ¿Por qué?... sí, está bien, veré lo que puedo hacer. De acuerdo, media hora, hasta luego.
Colgó. Subía cuando su padre bajaba.
-¿Dónde vas tan rápida?

-A mi cuarto.
-¿Con quién has quedado?
-No es asunto tuyo.
-No me repliques, rebelde.
-¿Vas a golpearme otra vez? Ahora lo tienes fácil. Si me caigo por las escaleras, me mato y así, no te replico más.
-No vas a ninguna parte. Estás castigada.
-Vale, no saldré. Pero si no te quedas para vigilarme, me voy yo también.
-Sube a tu cuarto.
-Eso pretendo.
-Y te quedarás en él aunque tenga que encadenarte a la cama. A ver si por una vez, sigues el ejemplo de tu hermana.
-Eso te complacería ¿Verdad?
-Sí. Deberías parecerte a ella. Dejar de hacer tu voluntad y preocuparte de alguien más que de ti misma.
-Cabrón- dijo en voz muy baja, indignada.
-¿Qué me has llamado?
Ella no contestó.
-Más te vale controlar esa lengua que tienes o te la cortaré. Te has pasado el día en la cama, aprovecha para estudiar por una vez.
-Ya lo haré mañana.
-Lo harás hoy.
-Me duele la cabeza. Tengo fiebre. ¿Sabes? He pillado una rara enfermedad. “papaitis furiosus” se llama. Te duele la cara y te parte el labio.
-Pues no des motivos para sentirla de nuevo.
Subió a su cuarto.
Alfonso se marchó. Media hora después, Raquel trepaba, escapándose de su habitación.

***

 Llegó tarde y mal. De mal humor y llorosa.
Trepó de nuevo por la ventana. Había cerrado por dentro su habitación. Su padre no estaba.
Lucía, al sentirla en la ducha, corrió a su dormitorio.
-¿Dónde te has metido toda la tarde?
-Es largo de explicar. Corté con Fernando.
-¿Por qué?
-Quise hacer el amor con él.
-¿Y?
-Era por despecho. Quiero dar negativo en la revisión. Estábamos a punto de hacerlo y me rajé.
-¡Qué fuerte!
-Fernando se ha mosqueado mucho y yo también. Pero es que no estoy preparada. Al fin y al cabo, es lo que papá espera, que lo haya hecho, para poder echármelo en cara.
-Entonces será una agradable sorpresa.
-Eso espero. Tal vez recapacite. A lo mejor se siente orgulloso. ¿Te imaginas? No se lo creerá. Se pondrá contento, me abrazará y puede que me dé un beso cariñoso, de los de verdad, de esos que hace años no me da.
-Estoy segura de que sí. Papá te quiere mucho, pero es que no sabe cómo acercarse a ti.

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