lunes, 4 de abril de 2011

PASA LA VIDA. CAPITULO 4


Un rato después, oyó unos golpes en la puerta. ¿Alfonso venía a disculparse? No. Eso no era posible. Y no se equivocaba, era Lucía.
-¿Estás bien?
Hizo un gesto de resignación.
-Te ha dado. ¿Verdad? Tienes un poco de sangre en la boca. Pobrecita mía.
Lucía la abrazó con cariño.
-¿Por qué lo ha hecho?
-Quiere que le de pruebas de que soy virgen.
-¿Cómo?
-Así es, me ha visto con Fernando esta tarde. Cree que soy una guarra. No ha querido confiar en mí.
-Suerte que no me lo ha dicho a mí.
-¿No…?
-Calla, puede oírte. Me mataría.
-Eres demasiado joven, Lucía, acabas de cumplir los catorce años… ¿Porque no me lo dijiste?
-Me dio corte. A los pocos días de mi cumple. Fue con Rafa, le conoces.
Asintió.
-La primera vez, fue bastante malo, me hizo mucho daño, suerte que terminó rápido.
-¿Sigues con él?
-Claro, ya ha aprendido.
Se echaron a reír.
-¡Qué irónico! papá me acusa a mí, y eres tú quien lo hace.
-No te chives.
-Aunque lo hiciera no me creería, y encima me castigaría por difamarte.
-Siento que papá te culpe de todo.
-Yo también.
-¿Por qué no me cree cuando he sido yo y se lo digo?
-Porque no quiere creerte. Con una mala hija, tiene bastante. Es más fácil recurrir siempre a lo mismo. Yo… he perdido a dos chicos que me gustaban porque no podía acudir a sus citas. Y ahora que Fernando lo entiende… a mí me gusta mucho y papá dice que por eso soy una golfa. Pero no lo voy a dejar con él, le quiero.
-Tienes que ser fuerte, Raquel. Tú siempre lo has sido, algún día, se arrepentirá de todo esto. Ya lo verás, cómo se disculpará contigo.
-Mientras tanto, tengo que ver a ese médico que le garantice que sigo siendo… ¿Has oído eso? Creo que ha salido.
Se asomaron a la ventana y vieron el coche de Alfonso salir.
-Se va tan tranquilo, como si no pasara nada.
-Déjale. A lo mejor nos trae algo –dijo Lucia, esperanzada.
-Sí, a mi una buena bofetada. Me estaba acordando de cuando le rayaron el coche. ¡Vaya bronca! Casi tenía las maletas para irme con la tía Isabel. Menos mal que llegó la vecina y le explicó que había visto a un vecino haciéndolo. A veces pienso que el coche le importa más que yo. Ni siquiera me deja acercarme para lavarlo. ¡Dios! Cómo odio ese maldito coche.
-No digas eso. Me da miedo que puedas odiarme a mí.
-Papá te quiere mucho. Yo te quiero mucho, todos te queremos, Lucía, jamás podría odiarte, eres mi chiquitina.
-Yo también te quiero mucho. Has sido mi hermana, mi madre y mi mejor amiga siempre, yo nunca te dejaré de lado, te lo prometo. Cuando yo estaba enferma, tú me cuidabas. Si había tormenta, eras tú la que se venía a mi cuarto a consolarme, y si yo hacía algo malo, siempre estabas ahí para que no me castigaran. Pero yo siempre he intentando que papá me pillara, para que supiera que no eras tú, si no yo, la mala hija. Pero siempre te lo olías y llegabas antes.
La abrazó con fuerza, emocionada.
-Cuando cumpla los dieciocho me voy.  Me da igual quedarme en la calle. Trabajaré y alquilaré una habitación por ahí.
-¿Me dejarás sola?
-No. Tú siempre le has tenido a él.


1 comentario:

  1. Que relación tan bonita hay entre las dos hermanas, no se porque me había imaginado que Lucía sería la típica hermana mala, pero veo que no, me gusta mucho!

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