jueves, 14 de abril de 2011

ALGO TRIVIAL. CAPITULO 4

                                                                                                                          
Diana, sin apartar la mirada de David, soltó un sonoro ¡Ja!
- Como se suele decir, el que se pica, ajos come –replicó David, burlón.
Diana perdió un poco la compostura cuando replicó:
- Como se suele decir, eres un maldito tramposo y traicionero. Pero esto no va a quedar así. De una forma u otra, me las vas a pagar todas juntas.
Arrastró la silla con rabia. Dirigiéndose a todos, dijo:
- Les pido disculpas, pero cierta compañía no es grata. Permiso.
Salió del comedor.
Casi tropieza con Paula. Era muy joven, muy atractiva y muy altiva.
- ¡Hola! ¿Llego tarde? Lo siento muchísimo. Por favor, Andrés. ¿Podrás perdonarme? Di que sí.
Por toda respuesta, él le sonrió.
- Eres un cielo. Estoy encantada de que me hayas invitado a tu casa este fin de semana que papá no  está.
Se sentó en el lugar que ocupara Diana, y todos comentaron cosas triviales que no derivó en nada. Jorge se levantó a los pocos minutos y salió del comedor.
El almuerzo dio a su fin y pasaron a otras dependencias de la casa.
Pamela salió al jardín. Era frondoso y bien cuidado.
Se sentía excluida, así que iba por libre.
Estaba sumida en sus pensamientos, cuando, cerca de allí oyó voces muy conocidas.
- Lo siento, pero es importante que me des una respuesta ya.
- Cálmate, Paula, yo me ocuparé de todo- era la voz de David, conciliadora.
- Siempre dices lo mismo. ¡Y nunca haces nada! Pues te diré una cosa, pienso seguir adelante.
Pamela, intentó alejarse. Si la descubrían, pensarían que espiaba.
- Hola - dijo una voz a su espalda.
- Hola, Jacobo. No te había visto. –dijo, sobresaltada.
- Sí, hay mucho tráfico por esta parte del jardín.
- Voy al acantilado.
- Te acompaño.

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