lunes, 9 de abril de 2012

PASA LA VIDA, CAPITULO 19

Lucía se desperezaba en la cama.                               
Era viernes, las diez de la mañana. No iba al instituto, ese día no, se lo tomaba siempre libre, el día de su cumpleaños.
Y por fin cumplía los dieciocho.
Bajó a desayunar. Estaba en la cocina cuando sonó el timbre de la puerta. Elena fue a abrir, era evidente su estado de gestación.
Se quedó parada al verla. La joven tampoco supo reaccionar, no esperaba encontrarla:
-Hola, Raquel. Soy Elena.
-Hola. ¿Está Lucía?
La aludida, ya corría hacia la puerta:
-¿Raquel? ¡Raquel!
Se abrazaron con fuerza.
-¡Qué guapa estás, Lucía! ¡Y qué mayor! Date la vuelta.
Entusiasmadas, no cesaban de mirarse, abrazarse y darse besos, emocionadas.
-Te he traído un regalo, no quería perderme tu mayoría de edad.
-Tú eres mi mejor regalo. Pasa, estábamos desayunando. ¿Conoces a Elena?
-Sí, nos acabamos de conocer.
-Te pareces mucho a tu padre. ¿Cómo estás?
-Bien, gracias. ¿Y usted?
-Sé que no nos conocemos, pero esas formalidades sobran. Me gustaría que hablásemos un rato antes de que llegue tu padre. Vendrá corriendo si sabe que estás aquí.
-Eres muy amable, pero tengo mucho que hacer.
-Tu padre se pondrá muy contento de verte.
-No lo creo. Si estoy aquí es porque me he asegurado de que él no estaba. Pero ya me voy.
-¿Dónde?- preguntó su hermana- Tienes tu habitación preparada hace mucho tiempo. Esperábamos tu regreso… todos.
-Tengo un apartamento alquilado desde hace un mes. Te he apuntado la dirección, ven cuando quieras.
-Eso no es necesario- terció Elena- Tu padre…
-Fui expulsada de esta casa. Estoy muerta para él. Lo siento, se te ve muy agradable, pero yo no tengo padre ni madre, sólo mi hermana.
-Papá ha cambiado, te lo prometo.
-Yo también, Lucía. Ven a verme cuando quieras.

***

Días después, hablaba con su hermana en una cafetería:
-¿Has encontrado ya trabajo?
Raquel negó. Tenía una tarjeta en la mano, a la que no cesaba de darle vueltas y mirarla.
-El tío Alejandro necesita una secretaria. La que tiene se fue ayer de baja maternal.
-Lo sé. En la bolsa de trabajo me han dado su aviso.
-¿Irás?
-¿Y qué me mantenga? No, gracias. Algún día le devolveré todo el dinero que desperdició conmigo. Ya encontraré otra cosa.
-Será un trabajo. ¡Da igual! Es trabajo.
-Lucía, no lo entiendes…
-No. No lo entiendes tú. Alejandro necesita para ya una secretaria. Tú necesitas un empleo, porque si no, tendrás que dejar tú casa. ¿Y qué harás?
-No pienso volver a su casa. No voy a arrastrarme pidiendo limosna.
-Pues lucha, hazlo por mí. Si no coges ese empleo, la pedirás. Venga, vete a ver a Alejandro.



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